Finished not perfect
Acabado, no perfecto. Es mejor acabar algo imperfecto que tener algo perfecto que solo vive en mi imaginación.
El perfeccionismo mata la creatividad. Pensar que solo lo perfecto vale la pena, no acabar nada porque no está perfecto, o incluso no empezar nada por miedo a no hacerlo perfecto son el peor sabotaje que te puedes hacer. Quien espera toda la vida a hacer cosas perfectas sin arriesgar a hacer las imperfectas, nunca hará nada.
El perfeccionismo mata el aprendizaje. La mejor manera de aprender a hacer algo es ponerse a hacerlo. Lo más importante es desarrollar la habilidad de empezar algo y acabarlo. Lo que haga hoy será mejorable pero solo voy a mejorar trabajando. Seguramente dentro de un año leeré lo que he escrito y veré todos los errores que hoy no veo. Y entonces me alegraré porque significa que he aprendido.
Así que cada vez que me invade el sentimiento de “no va a ser perfecto” como disparador de mi procrastinación o como sentimiento de vergüenza, me repito “Finished not perfect”, aprieto los dientes, tecleo y le doy al botón de publicar. Aunque no esté perfecto.
Todo lo que merece la pena hacerse, merece la pena hacerse mal
Es parecido al “Finished not perfect”, pero más que centrarme en empezar y acabar algo, me sirve para hacer cosas pequeñas a lo largo del día.
Ya lo dije ayer. Si merece la pena salir a correr una hora, también merece la pena correr 5 minutos. Si no puedo salir a entrenar puedo evitar las escaleras mecánicas. Si no puedo hacer diez flexiones, puedo hacer media. Si no puedo salir a pasear dos horas puedo levantarme cada hora y caminar 2 minutos.
Si merece la pena trabajar concentrada durante 8 horas, también merece la pena hacerlo 10 minutos. Por interés compuesto, 10 minutos cada día de manera constante es mucho mejor que repentinos brotes de seis horas de productividad esporádica.
Disfruta el esfuerzo
Lo importante de hacer algo que me cuesta no es la recompensa, es disfrutar de enfrentarme a ello.
Si entreno a mi cerebro a trabajar a cambio de un premio, cada vez necesitaré premios más grandes para realizar el mismo trabajo. Por eso, cuando estoy ante una tarea que se me hace pesada, o para la que me tienta la posibilidad de recompensarme con algo a cambio de hacerla, me repito que estoy aquí para disfrutar del esfuerzo, no del resultado.
De lo que quiero disfrutar es de picar teclas, no de ver los artículos publicados. Lo importante es ordenar mis ideas ante la pantalla en blanco, no las visitas o los likes.
Fuck motivation, hello discipline
Que le den a la motivación, hola disciplina. “Si llegan las musas, que te encuentren trabajando”, decía Picasso.
Los escritores que más admiro y que comparten sus rutinas de trabajo no se pasan el día haciendo otras cosas esperando que llegue la inspiración. Tienen un horario de trabajo y se sientan a escribir, estén inspirados o no. Los atletas tienen un horario de entrenamiento, que se cumple estén motivados o no. Para cepillarme los dientes cada noche no espero a que me llegue la motivación, lo hago y punto.
Así que he decidido que cada vez que me de pereza ir al gimnasio, o sienta que no me apetece trabajar, me voy a repetir “fuck motivation, hello discipline”, ponerme un horario o un cronómetro y haré lo que pueda, aunque no tenga ganas, aunque no salga bien. Lo bueno es que, por inercia, un cuerpo en movimiento se mantiene en movimiento. Una vez cruzas el umbral y haces algo pequeño es más fácil seguir.
No enlaces mierdas/no hagas famosa a gente imbécil
Este es el mantra que me repito más veces cada día. Culpa de Twitter, claro. Quiero aclarar algo muy obvio: por supuesto que soy humana y tengo el impulso de señalar y decir “mirad este idiota qué tonterías dice”. Muchas veces caigo y me lo justifico con que este caso es diferente por alguna racionalización peregrina que no le pasaría a otro.
Pero intento recordar que si no quiero ver algo, tampoco quiero darle popularidad. Que quiero ver menos mierda en nuestras redes sociales y que si no fuera por la gente que amplifica sus mierdas, los trolls se aburrirían y tendrían que salir a entretenerse con otra cosa.
Eres la afortunada 10.000 de hoy
Hay muchísima información en el mundo, por cada persona que está harta de escuchar algo, hay miles que lo escuchan por primera vez. Si me río de las personas que desconocen algo me pierdo la posibilidad de disfrutar con ellas de compartirlo. Y hay pocas cosas más fascinantes que acompañar a alguien a disfrutar por primera vez de algo que tú ya conoces y te encanta. Convertir lo que para otros sería un motivo de vergüenza en motivo de alegría
E igual que no me río de alguien cuando no sabe una cosa, intento no sentirme avergonzada por no saberlo yo. Así que cuando no sé algo, me repito: “eres la afortunada 10.000 de hoy” y disfruto de aprender algo nuevo sin vergüenza.
This too shall pass
Esto también pasará. El mantra estoico por excelencia para lo bueno y para lo malo. Creo que no necesita mucha explicación, cuando sufres, piensas en el momento en el que no estarás sufriendo y todo esto sea un recuerdo. Cuando lo estás pasando bien te hace recordar que esto también pasará y te ayuda a disfrutarlo más.
Cuando tenga 80 años echaré de menos estos problemas
Cuando tengo problemas que me superan pienso que cuando tenga 80 años, si llego, probablemente los recordaré con nostalgia.
Es una variante de This too shall pass, pero esto me da más paz, porque no estoy esperando a que pasen estos problemas, sino que me ayuda a mirarlos con cariño. Las discusiones con mis padres cuando ya no estén, el dolor de cabeza de trasnochar por estar con mis amigos, el estrés de pelearme con los formularios de autónomos, o el dolor y el fastidio de tener que cargar con la pesada compra hasta casa, todo lo recordaré con cariño cuando ya no pueda hacerlo.
Así que me conecto con la persona que seré cuando sea frágil y ya no me quede vida por delante, intento ver estos problemas como los verá ella y doy las gracias por sufrirlos. No los arregla, pero me siento afortunada por tenerlos.
¡Me encantan!
Gracias por compartirlos, Gemma :)
El poder relativizar las cosas ayuda a su tránsito, pero no suele ser tarea fácil.
Gracias, Gemma.